El Nuevo Museo Nacional de Mónaco, conocido por las siglas nmnm, es un reconocido centro de arte visual contemporáneo. Se ubica en el principado de Mónaco, una ciudad-estado ubicada en Europa Occidental, que se ha hecho famoso por aglutinar en su reducida extensión una gran dosis de lujo, glamur y celébridades. Pero, oropeles aparte, Mónaco es buen destino turístico con una gran oferta cultura. Y es aquí donde encaja, perfectamente, este centro museístico tan interesante.

Un museo con dos sedes expositivas

El Nuevo Museo Nacional de Mónaco se divide en dos centros expositivos: la Villa Sauber y la llamada Villa Paloma:

    • La Villa Sauber es una buena muestra de la Belle Epoque de Mónaco y se construiría a principios del siglo XX. Perteneció a una saga bien conocida en el principado, la familia White, quien jugó un papel importante en el desarrollo del Casino de Montecarlo. En 1904 la compró el pintor Robert Sauber y en una de sus alas estableció su estudio de trabajo. Actualmente, la casa y el jardín pertenecen al Estado de Mónaco, quien lo incorporó como una de las sedes del Museo Nacional. Concretamente esta villa se destina a las artes escénicas y se ha convertido en un lugar de encuentro y debate entre al arte histórico y el contemporáneo de Mónaco. Abre todos los días, de 10 a 18h en invierno y de 10 a 19h en verano.
    • La Villa Paloma es el resultado de la operación realizada por un norteamericano llamada Edward N. Dickerson quien, en 1913, compró cinco parcelas de terreno a distintos propietarios para construir esta villa y su hermoso jardín. La casa, llamada inicialmente Villa Coquette, dispone de 3 alturas. Resultó muy dañada durante la Segunda Guerra Mundial y costó casi medio siglo restaurarla. La adquirió finalmente el Estado de Mónaco y, desde 2008, es la nueva subsede del Museo Nacional. En este caso, las exposiciones y actividades culturales de este espacio giran entorno a la temática de Arte y Territorio. Tiene el mismo horario de apertura al público que Villa Sauber.

El Museo Nacional de Mónaca, sede de las más variadas exposiciones

El Museo Nacional acoge exposiciones temporales de todo tipo en sus dos sedes. Desde arqueología a arte contemporáneo, pasando por fotrografía, moda o expresiones artísticas de vanguardia. Presume de ser escogido por los mejores artistas para hacer escala en él y mostrar al mundo sus producciones. Por cierto, que todas las guías y enamorados del Principado coinciden en recomendar encarecidamente la visita al Museo Nacional de Mónaco, no sólo a los aficionados al arte. El motivo es que recoge un repaso riguroso y exhaustivo de la vida de Mónaco.

Entre las más recientes destacan las retrospectivas de Erik Bulatov, figura central del arte ruso contemporáneo, Yinka Shonibare, artista afro-británico muy comprometido y reconocido. También hay que hablar de Monacópolis, una muestra sobre el principado desde el punto de vista de la arquitectura, el urbanismo y la planificación urbana. Y, por descontado, mencionar la gran colección que tiene el Museo de obras del artista Kees Van Dongen, de origen holandés y que perteneció durante un breve espacio de tiempo a al movimiento expresionista alemán Die Brücke.

La Filosofía del Museo Nacional de Mónaco

La función del Museo es preservar el patrimonio cultural de Mónaco, para asegurar su continuidad y difundir sus valores a la sociedad. Pero no solo centra sus esfuerzos en la cultura, sino que también dedica sus esfuerzos a proteger el entorno natural presente y futuro, tangible e intangible. De ahí que haya especializado cada una de sus dos sedes en ámbitos concretos y distintos.

Por ese motivo, es más un proyecto cultural que un museo al uso. De hecho, desde hace mucho tiempo el equipo del centro se dedica a inventariar, investigar y organizar el patrimonio monaguesco. También busca toda la colaboración posible de historiadores, diseñadores, restauradores, especialistas en escenografía, escritores y artistas en general para captar nuevos enfoques y renovar sus perspectivas sobre el patrimonio de Mónaco.

A todo este concepto y actividad le han puesto un nombre que lo define muy bien: la formación de un museo. Ello denota una filosofía abierta y en contante evolución, que bebe de las aguas de toda expresión o profesional artístico que quiera acercarse a él.